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jueves, 31 de octubre de 2013

Mezcla cultural y gastronómica... Un fin de semana por Barcelona.

La continuación de este blog se planteó como un juego, hoy lo concibo como una afición. En este momento, me apetece compartir un fin de semana que disfruté el pasado mes de julio en BarcelonaNo tuvo desperdicio, la escapada comenzó un viernes, nada más llegar a la ciudad condal nos dimos cuenta de que el viaje no iba a ser nada aburrido. En otras circunstancias hubiéramos cogido nuestras maletas de cabina sin facturar con dirección a la salida, pero nos habían retirado el equipaje a pie de avión antes de salir por problemas de espacio. En esta ocasión, y por primera vez experimentamos la sensación que produce ver como van saliendo las maletas de otros pasajeros, que poco a poco se van marchando, se cierra la cinta y no hay rastro de la nuestra. Después de la reclamación pertinente y con la esperanza de que apareciera dentro de las 24 primeras horas, cogimos un taxi hasta el hotel.

Fachada Restaurante "Mordisco"
Dejando a un lado, este contratiempo fuimos a cenar con un amigo, nos llevó hasta el Passatge Concepció y allí decidimos entre varias opciones cenar en el restaurante "Mordisco".  La fachada de diseño moderno, nos atrajo por sus luces de color verde y por su originalidad. Una vez dentro, el lugar resultó encantador, desbordaba creatividad y contaba con una amplia carta de productos biológicos.  Nos decidimos por un picoteo compartido regado por un buen vino del Priorato para luego terminar tomando una copa en "Ommsession Club" local que se encuentra en los bajos del "Hotel Omm". 




El sábado por la mañana después de un buen desayuno y sin noticias de la maleta, pero optimistas, fuimos hacia la Plaça Catalunya para reencontrarnos con un amigo. Nos sirvió de guía hasta una de las zonas más antiguas y bonitas de Barcelona, el Barrio Gótico formado por estrechas calles que recorrimos hasta llegar a la catedral. Otro lugar, que destacar en el recorrido fue la Plaça Sant Iu donde encontramos un rincón encantador, el patio interior del Museo Frederic Marès coloreado por un hermoso naranjo, una fuente y una pequeña terraza que invita a la tranquilidad. 

Seguimos callejeando por el centro histórico buscando la Carrer del Bisbe, que se distingue por un puente con un balcón de estilo neo-gótico. Un recorrido muy interesante y animado donde puedes coincidir con algún que otro aficionado a cantante lírico, para desembocar en la ronda del litoral. Aquí, una cita con el Mediterráneo donde se eleva el monumento de Colón para continuar por Las Ramblas y así dar vida a una parte de la Barcelona de Pedro Almodóvar.


Se acercaba la hora de comer, un paréntesis para explorar la bohemia y ambientada Plaça Reial con forma de cuadrilátero irregular. Su interior, lleno de vida tiene el atractivo de una bella fuente y unas majestuosas farolas diseñadas por Gaudí acompañadas de exóticas palmeras. Variedad de cafeterías y restaurantes frecuentadas por infinidad de visitantes como nosotros que pensaban, ¡hora de comer!. Nos dejamos llevar de la mano de nuestro amigo y almorzamos en el restaurante "Les Quinze Nits". Tuvimos suerte de llegar temprano porque enseguida se llenó. Con un toque "modernista" y una excelente calidad-precio almorzamos un pastel de verduras y arroz negro con sepia acompañado por buen vino blanco.

Si el cuerpo te pide un pequeño descanso, es cuestión de darle gusto. Decidimos caminar por "La Rambla" hasta el hotel pasando por el Mercado de la Boqueria, nos asomamos con un ligero coqueteo porque estaba abarrotado de gente. Recobrada la energía paseamos por la Carrer de València con la intención de visitar "La Sagrada Familia". Llegamos muy justos, quedaba media hora para el cierre. Una visita, a esta impresionante obra de arte merecía dedicarle como mínimo una hora, así que aprovechamos para recorrer toda la manzana que rodea esta espectacular basílica, una de las obras más monumentales de Gaudí. Fue todo un espectáculo, mereció la pena dedicar unos minutos a contemplar el exterior de las dos fachadas, todo un ritual decorativo, colores, etc,. Ensimismados e inundados de tanta riqueza arquitectónica dimos media vuelta, para buscar un restaurante en la misma Carrer de València que nos habían recomendado.





















Justo enfrente del restaurante, me llamó la atención un Show-room café llamado "Mar de Cava", nos asomamos y nada más, traspasar la puerta nos pareció un espacio muy original y colorido, con muchísimo gusto así que entramos a explorar. Todos los objetos y ropa expuestos son artesanales y ha sido elegido personalmente por su dueña, Mar. Nos atendió su madre y nos confirmó que el nombre de la galería se debe a su hija. La firma de "Mar" está presente en todos los detalles, en la decoración.  Despedimos este lugar magnífico para cruzar hasta el restaurante donde íbamos a cenar, "Can Cargol".




Fue una delicia, está especializado en caracoles, que a mí, no me gustan nada, pero se pueden deleitar otras exquisiteces, como los chipirones salteados con judías Sta. Pau y el bacalao al roquefort. Me quedo con la primera parte de un refrán castellano que dice "El vino es el amigo del sabio y el enemigo del borracho", si te encuentras relajado y disfrutando de una buena cena, el vino es un gran acompañante. Algunos caldos agradan más que otros y, en este viaje nos apetecía probar vinos catalanes. Así fue, en esta ocasión el recomendado era un vino sencillo autóctono de la D.O Montsant (Itant garnatxa negra).

Ya sólo nos quedaba el domingo y no podía existir mejor plan que empezar la mañana con alguna obra de Antonio Gaudí, la Casa Batlló. Precioso edificio modernista, su patio interior está decorado con cerámica y sus tonalidades azules son increíbles.




Recorrimos cada planta, supervisamos cada rincón hasta llegar al increíble tejado con forma de sombrero. Un mosaico de colores, del que emergen chimeneas que mezclan el vidrio, arena y otros materiales que insinúan el tronco de un dragón. ¡Ah!... Olvidaba contar una anécdota simpática en la entrada del edificio. Una señora canadiense, que por su edad, bien podría ser mi madre, se quedó hechizada con mis sandalias. Lo poco que entendí fue que le encantaba fotografiar el arte. Pues bien, eso fue lo que hizo, una fotografía de mis pies. Jamás imaginé que pudieran ser fuente de inspiración.


Al terminar la visita, estuvimos cavilando sobre lo que haríamos a continuación. Justo cruzando la calle, en diagonal a la Casa Batlló, se encuentra otro símbolo del modernismo y centro cultural, la última obra civil de Gaudí: la "casa Milà" o más conocida por "La Pedrera", declarada, Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO.


Yo no sé, si es la vida todo terreno que llevamos, pero no quisímos hacer más colas y optamos por tomar un té en el Café restaurante "La Pedrera" que está dentro de la casa Milà. Hay que subir unas pequeñas escaleras para encontrarse dentro un espacio informal, en el que destacan los detalles gaudianos y en especial, las formas del techo. Se respiraba un ambiente tan agradable que, pude aprovechar para ampliar mis notas de viaje sobre una de sus mesas redondas.

Cuando quisímos darnos cuenta, el tiempo pasó tan rápido que, llegó la hora de comer. Con tanta variedad de restaurantes que ofrece esta ciudad, resultaba complicada la elección. Usamos un buscador de restaurantes y nos decidimos por uno que estaba en nuestro radio de acción, precisamente en la Carrer de Mallorca. El restaurante "De Tapa Madre" tiene una variedad de tapas y está muy frecuentado por turistas de cualquier parte del mundo que imagino, van buscando restaurantes recomendados por La Guía Michelin Lonely Planet. Conforme pasaba el día, estaba más nublado. El centro de esta ciudad se presta a recorrer sus calles y volvimos a aventurarnos por el laberíntico barrio gótico, queríamos conocer la basílica de "Santa María del Mar" escenario del libro de Ildefonso Falcones, en el que relata los misterios de esta también llamada catedral de la Ribera en la Barcelona Medieval.


Es muy recomendable entrar y ver por dentro esta belleza gótica. Impresionan sus elevadas columnas y conmueve pensar como, los fieles de la zona, involucrados en la construcción, fueron capaces de cargar las piedras con las que fue erigida, una a una. ¡Admirable!. Muy cerca, entre callejuelas, está el Museu Picasso en Carrer de Montcada. El edificio está formado por cinco palacetes en pleno centro del barrio gótico y tiene un gran atractivo para los amantes del arte, ya que alberga las mejores obras de los primeros años de artista.

Seguimos callejeando hacia el sofisticado Barrio del Born que conserva su estructura medieval y los bajos de sus edificios alojan numerosas boutiques, zapaterías y cafés.


Al ser domingo, todo estaba cerrado salvo bares y cafeterías, entre ellos el Cafè del Born, lugar creativo e idóneo de artistas locales, con rincones de lectura, donde poder tomarse una buena merienda con un café o té. Me llamó la atención la decoración de los baños, sus enormes puertas rojas de la entrada y la carta de vinos en la pared dibujada con tiza en una pizarra. Seguimos, rumbo a conocer la playa de esta maravillosa urbe, cuando de repente, comenzó a llover. 

La cálida lluvia nos pilló desprevenidos y sin paraguas. Nos privó de poder conocer la famosa playa de la Barceloneta y tuvimos que cobijarnos entre soportales hasta que pudimos coger un taxi.  ¡Otra vez será!... Todavía nos quedaba mucho por ver. ¡La ciudad nos encantó!.


Como homenaje de despedida, que mejor que, una cena especial en "Els quatre cats", un restaurante modernista con más de 100 años de historia. Es un lugar, lleno de encanto con fotografías, entre otras de Woody Allen, dibujos de Picasso, mosaicos, en general una decoración muy acogedora. Cenamos de  película evocando la escena de Vicky Cristina Barcelona, con nuestras copas de vino "Fotja" de la familia Ferré Catasús, propietarios del local y de la bodega que lleva su nombre para decir adiós, o mejor, un...

¡¡Feliz Halloween o... feliz día celebres lo que celebres!!    


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